martes, 6 de diciembre de 2011

Segura estoy de que jamás nadie te ha querido como yo.

La espiral de las risas y los besos me arrastraron hasta ti con tanta fuerza que no me da miedo ir a la velocidad de las estrellas ni estar a tropecientos mil metros sobre el cielo desde hace tanto tiempo, porque supongo que al final todo se reduce a que te quiero. Te quiero por tirarme el salvavidas cuando no podía nadar, por ponerme pancartas luminosas cuando no encontraba la salida, por taparme cuando me moría de frío y por ponerme a la sombra cuando me asfixiaba. Te quiero por pasar tanto tiempo de tu vida a mi lado, por anteponer mi sonrisa a la tuya y por quererme cada día aunque no me lo merezca. Así que, sí, supongo que todo se reduce a que, de forma inevitable, cada vez que soy feliz, los latidos de mi corazón dicen a gritos: "Todo esto es por ti".

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