martes, 28 de mayo de 2013

And then a hero comes along with the strength to carry on.

Si hay alguien que sabe de batallas es ella, que lleva toda la vida luchando contra "enemigos" y superando las tormentas de la vida. No, fuerza no le falta, ¿cuántas veces habré visto a mi madre al terminar el día con su piel revestida de sudor y con ojos cansados pero llegando a casa con una sonrisa en la cara y rebosando cariño? Además, ¿quién sino lleva luchando día a día desde que nací para darme una vida mejor?

También tiene superpoderes, siempre ha hecho desaparecer mis lágrimas y mis tristezas con simples palabras, dibujando la mejor de mis sonrisas en la cara sin usar ningún pincel. Ella que entiende los silencios y cogiéndome sólo la mano es capaz de cubrirme el corazón. Ella que me ha enseñado que nada es imposible, resucitando muchos de mis sueños. Ella que cada vez que el mundo se me ha roto en pedazos me ha enseñado cómo hacer un hermoso mosaico con los restos. 

Lo reconozco, mi madre no vuela, pero ¿para qué quiere hacerlo? Su poder consiste en hacerme volar a mí en mi vida y es lo que está haciendo. Si algo sobrehumano aporta es servirme de ejemplo cuando nadie más es capaz de hacerlo y estar siempre ahí, siempre, a pesar de los miles de kilómetros que puedan separarnos.

Ella no lleva antifaz, ni capa ni ningún tipo de traje aerodinámico. Tampoco echa chispas por los ojos ni cohetes por los puños, pero ella sí que es una verdadera heroína, mi heroína.

¡MUCHÍSIMAS FELICIDADES MAMÁ!

jueves, 23 de mayo de 2013

Erasmus es mucho más que una palabra.

Ser Erasmus es mucho más que una beca, es mucho mucho más que una palabra, es mucho más que una oportunidad. Es una suerte que sólo unos pocos privilegiados pueden tener y de la que pueden presumir. Estar de Erasmus es algo maravilloso, sólo sabes lo que es cuando lo vives. Cuando vives esa amistad que nace más allá de las barreras lingüísticas o culturales, esa amistad que va más allá de las fronteras. Es difícil dejar atrás todo eso. Puede sonar muy dramático, pero en la vida de todo estudiante Erasmus hay un antes y un después

El Erasmus es distinto en cada país, en cada ciudad, incluso en cada persona. Las experiencias que recibe un Erasmus le hacen madurar. Aprende idiomas, cultura, viaja, conoce amigos de todas partes y, en definitiva, te forma como ser humano. Son una iniciativa que, desde mi punto de vista, te enseña definitivamente a ser europeo, a saber lo que encierra la palabra Europa y a sentirte parte de una comunidad infinitamente más grande de a la que siempre has pertenecido. Aprendes a manejar el Facebook, a bromear en un idioma que no es el tuyo, incluso a compartir experiencias con personas que distan miles de kilómetros de tu cultura. 

Para mí el Erasmus es una forma de vida. El Erasmus no es un programa de intercambio, es una consante a lo largo del resto de nuestras vidas.  Creo que nunca se es "ex-Erasmus", si lo has sido siempre lo seguirás siendo. Definitivamente, para mí es todo eso y mucho más: Erasmus es mucho más que una palabra

lunes, 20 de mayo de 2013

¡Nacimos para ser impresionantes!

El mundo necesita que dejes de ser aburrido, sí, ¡TÚ! Ser aburrido es fácil, cualquiera puede ser aburrido, pero tú eres mejor que eso. La vida no es un juego. La vida tampoco es un plato de cereal, bueno, sí hay un cereal con ese nombre ("Life"). Y si la vida es un juego, ¿no estamos todos en el mismo equipo? Yo estoy en tu equipo y tú estás en mi equipo, esto es la vida. Tienes aire que entra por tu nariz, tienes latidos de corazón, eso significa que es hora de hacer algo. 

Un poema: "Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo tomé el menos transitado"... ¡y me dolió! Muchísimo... ¡piedras, espinas y vidrio! Mis pantalones se rompieron. Y eso no es guay, Robert Frost. Pero si había realmente dos caminos, quiero estar en el que lleva hacia lo impresionante. Es como aquel sujeto, Journey, dijo: "No dejes de creer a menos que tu sueño sea estúpido". Entonces debes conseguirte un mejor sueño, creo que así es como va. Obtén un mejor sueño y sigue adelante, sigue adelante, sigue adelante y sigue adelante. ¿Qué hubiera pasado si Michael Jordan hubiera renunciado? Bueno, el sí renunció... Ah, no, él se retiró... Sí, eso es, él se retiró. Pero antes de eso, en el colegio, ¿qué hubiera pasado si hubiera renunciado cuando no quedó en el equipo? Él nunca habría hecho la película "Space Jam", y me encanta "Space Jam". ¿Cuál sería tu "Space Jam"? 

¿Qué vas a crear para que el mundo sea impresionante? No será nada si te quedas ahí sentado. Es por eso que te estoy hablando hoy. Éste es tu momento, éste es mi momento, es nuestro momento. Podemos mejorar cada día los unos a los otros, si estamos todos en el mismo equipo comencemos a actuar como tal, tenemos trabajo que hacer. Podemos ponernos a llorar o podemos ponernos a bailar. Nacimos para ser impresionantes, ¡hagámoslo! Yo no lo sé todo, soy sólo un niño, pero sí sé esto: es deber de todos el dar al mundo un razón para bailar, así que... ¡ponte en marcha!

Kid President.

martes, 14 de mayo de 2013

A veces las palabras no son necesarias.




Quizás sean esos recuerdos los más felices de tu vida, aquellos que cuando los recuerdas hacen que te sientas un poco triste pensando que nunca se repetirán. Y sabes que no deberías ponerte triste porque ese recuerdo es, sin duda, tu mejor recuerdo, pero aún así y sin querer se te escapa esa lagrimilla.

jueves, 9 de mayo de 2013

No hay finales felices ni finales tristes, sólo existen nuevos comienzos.

Sólo pretendo hacer apología de los finales. Para mí no es sencillo porque nunca me he llevado bien con ellos. No sé cómo se sentirán los demás cuando se enfrentan a los suyos, pero al menos en mi caso o me pongo nostálgica o me domina el miedo por encima de cualquier vergüenza. Lamentarse porque las cosas se acaban, es verdad, de nada sirve. Compadecerse, me refiero, es inútil y más bien, una pérdida de tiempo. La regla es que todo tiene un final y para ella no hay excepciones. Así que, convertir la sensación de incertidumbre y tristeza en optimismo y en ilusión, es muy necesario y además, es una hazaña que solo se consigue con altas dosis de humor y de imaginación.

Podríamos ser eternos pero eso le restaría intensidad a la vida. Que las cosas no tuviesen fin, como a veces nos parece que ocurren con el aire o con la luz del sol, las convertiría en bienes de poco valor y no nos sería fácil encontrarle la gracia a nada. Lo que abunda, en definitiva, pasa más desapercibido que lo que escasea y esto nos mueve más que cualquier objetivo que quede a nuestro fácil alcance. Así ocurre con el tiempo.

Cuando las cosas llegan a su fin o cuando somos conscientes de que el final está cerca, nos volvemos más benévolos juzgándolas. El tiempo que transcurre desde que se acaban borra mejor lo que tuvieron de malo y aunque hagamos el esfuerzo por buscar en nuestra memoria lo que fue desagradable, cuando lanzamos la vista atrás, sentimos el alivio de ver que esto pasó y la alegría de que conservamos recuerdos de lo bueno que también vivimos. 

No hay que despreciar a los finales. Nos abrieron un hueco en el mundo. Quienes acabaron antes que nosotros ocupaban el lugar que ahora nos pertenece. Sin su término, jamás habríamos encontrado el camino para llegar hasta aquí. Por eso, si el final es un sacrificio que se exige para que todos tengamos la oportunidad de vivir lo que se nos ofrece, es de justicia que dejemos la silla para que se sienten los siguientes. Porque se nos hizo ese favor en el pasado y no podemos agradecerlo de otra forma.

No todos los finales son iguales. Si esto fuese así, no habríamos necesitado tantas palabras y expresiones para despedirnos. No habría existido diferencia entre un "adiós" y un "hasta luego". Entre un "hasta pronto" y un "hasta siempre". No habría matices entre un "te echaré de menos" y un "que te den". Porque aunque todos los finales tengan algo de definitivos, vivimos muchos, muchísimos, en los que cabe la posibilidad de volver a vernos. De encontrarnos por ahí, de casualidad o con toda la intención.

Son los que nos dejan volver a pisar el lugar donde fuimos felices. Y sobre todo, los que no nos arrebatan nuestra memoria. Porque como leí una vez, haber vivido, es la forma más segura de vivir. Es la que solo se acaba cuando se extinguen nuestros recuerdos.

Donde hacen acto de presencia los finales, no llega la nada. Nacen los comienzos y los principios. En ellos cabe el miedo, sí. El terror por lo desconocido, por la inseguridad y la duda respecto de nuestro futuro. Pero también hay sitio para la ilusión y la esperanza. Que se hagan sentir más que cualquier incertidumbre depende de nuestra voluntad de caminar mirando lo que queda de camino y no lo que dejamos atrás. Pero mirar al frente, no con cualquier actitud, sino con la que es propia de quien ha tenido la suerte de dejar atrás un sendero, que siempre parece extraño cuando se emprende, pero que acaba llevándonos hacia lugares que al final, nos cuesta abandonar. De esas experiencias, de las que acaban, sacamos la fuerza y la confianza para enfrentarnos a lo nuevo.

Los finales, el nuestro propio, nos ofrecen un criterio para distinguir, entre todo lo que nos rodea, aquello que es bueno. Porque poder decir que lo peor de algo es que se acaba, sentirlo de verdad, es reconocer que aun queríamos seguir viviéndolo. Y afirmar tal cosa, en una vida que tiene muchos sinsabores, es conferirle un mérito extraordinario a esa experiencia.

Por eso estos relatos se acaban, como pasan los años, para que otros nuevos se escriban y vivan. Para que a estos 3 meses que he pasado en Irlanda los envuelva la nostalgia y solo pueda recordarlos para sentir que fui feliz durante este tiempo que ha sabido prepararme para lo que me tocará vivir a partir de ahora. 

sábado, 4 de mayo de 2013

No todo está perdido.

Son sólo dos conceptos. Por un lado, recuerda algo tan sencillo como que querer es siempre más valioso que que te quieran. Querer mueve y detiene mundos. Que te quieran si tú no quieres, te acaba aletargando. Lo segundo y más valioso para llevar tu vida adelante es que debes darte cuenta de que nos hemos pasado la vida desde pequeños respondiendo a la pregunta "qué me gusta". Qué me gusta de comida, de ropa, de juguetes, de estudios, de trabajo, de amistad, de amor, de sexo... Y ese "qué me gusta" marca nuestro mundo. Da la sensación de que si nos gusta algo es un indicador de un rumbo o un deseo, y debes saber que no. Lo que nos gusta no es nuestro camino, ni tampoco lo que no nos gusta. A veces el rumbo puede estar en lo que nos provoca indiferencia, en aquello que no nos apasiona ni aborrecemos. Entiende esto, has de confiar en ti, no en lo que crees que te gusta a ti. La senda no la marca lo que te gusta a ti, sino que la marcas tú