domingo, 13 de noviembre de 2011

¡Qué bello es vivir!

Pensar en la cantidad de personas que aparecen en mi vida y que se relacionan y comparten algo conmigo, me hace sentir plena y feliz. No es una sensación fácil de definir ni una idea sencilla de explicar. Es algo que me deja tranquila y en paz pero que a la vez, me emociona y me permite descubrir en ello, uno de los aspectos más asombrosos y positivos de estar viva. Todo ello, quizás, porque creo que los demás, por adhesión o por exclusión, son lo más importante a la hora de determinar la clase de vida de la que disfrutamos. 

Coloco frente a mí las imágenes de mi vida (los primeros años de escuela, los veranos, el amor, la amistad, la traición, las risas, los juegos, las ilusiones, las superaciones, los momentos de crisis, las experiencias inolvidables y los que acabaré por olvidar) y en ellas, veo a quienes han compartido todo eso conmigo y me doy cuenta de que tal circunstancia hará que para siempre tengamos algo en común. Y no será algo perecedero, si no algo imborrable: habremos vivido algo juntos. Y eso que hayamos vivido puede ser desde lo más irrelevante, a lo más trascendental o a lo más trágico de mi existencia, pero será lo que hayamos compartido de tal modo que, mi vida, explicada sin esas personas, no sería la que es, sea cual sea su contribución al resultado.

Darme cuenta de esto, incluso considerando a las personas que pasan fugazmente o dejan un mal recuerdo, me convierte en alguien más benévola a la hora de juzgar al resto, menos exigente con ellos. Porque puedo observarles a todos como compañeros de viaje, que representaron su papel en las experiencias que compartimos y que son parte de la aventura de estar vivo. Así, me convierto en alguien más agradecida, aún cuando se marchan y lo hacen de manera terrible o incluso cuando son responsables de mi sufrimiento. 

Y es que, vivimos solos, porque nuestra vida comienza cuando nosotros somos y acaba cuando dejamos de ser y los demás o bien, desaparecen de nuestra vida tarde o temprano y de cualquier forma o bien, ven como desaparecemos de la suya. Nunca nadie estará tan ligado a nosotros como para llegar hasta el extremo de compartir lo único que nos sigue convirtiendo en personas distintas del resto. Y por eso, porque caminamos solos en la vida, que en el camino nos encontremos con otros hace que éste sea un lugar mejor.

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