sábado, 11 de octubre de 2014

Algo de luz a este desconcierto.

Estamos perdiendo la costumbre de subir por las escaleras. De regalar libros. De firmarlos. De comer manzanas a bocados y pipas en los bancos. De escuchar la radio. De los politonos. De cantar bajo la ducha un lunes. De perdonar. De leer tebeos. De los toques para ligar. De escribir la carta a los Reyes. De hacernos fotos para un mural de corcho. De mandar postales. De apagar el móvil por la noche. De usar la licuadora. De reír a solas. De reírnos de nosotros. De reírnos del mundo.

Perdiendo la costumbre de medirnos sólo por aquellos que se miden por nosotros. De ser lo que éramos. De no importarnos la opinión de los demás. De viajar sin rumbo. De no tener miedo.  De leer miradas, labios y besos. De ser contemplativos. De recordar. De cerrar los ojos. De estar a solas. De compartir una puesta de sol. De querernos más que nadie. De decir lo que sentimos. De disfrutar un café. De admirar a nuestros mayores. De ser más personas.

Perdiendo la costumbre de ser héroes de nuestros amigos. De quererlos como hermanos. De discutir con ellos a la cara. De meternos el orgullo por donde siempre cabe. De dejarnos la mochila en casa. De olvidar. De poner punto y final. De reconciliarnos a cervezas y vinos. De volver a casa sólo con ellos. De saber que son la familia que elegimos. De eso de "o todos, o ninguno". De eso de "todos para uno, y uno para todos".

De jugárnosla. De regalar flores. De invitar al cine. De comer con vino. De escribir de puño y letra. De mandar cartas. De los sellos de correos. De visitar buzones amarillos. De la sobremesa. De llamar a los fijos. De picar un timbre. De esperar en un rellano. De besar en los portales. De querer sin recelos. De subir a una azotea. De saborear unos labios. De recorrer un cuerpo con la mirada. De acariciar una espalda con un solo dedo. De besarnos con una caricia. De desnudarnos sin quitarnos la ropa. De despedirnos en la parte de atrás del coche.

Estamos perdiendo la costumbre de vivir la realidad. De salir a la calle sin móvil. De escuchar música. De los abrazos de verdad. De los achuchones. De las risas. De las carcajadas a la cara. De sentir. De dejarnos llevar. De no planear, de no medir, de no buscar excusas. De dar las gracias. De decir lo siento y te quiero. De hacer el amor. De no perder el tiempo. De saber que la vida son tres días y que no estamos para perder las malas costumbres.

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