lunes, 3 de marzo de 2014

Lo nuestro es tan genial que nadie puede decir que lo entiende porque no es así.

"Son mis amigos, en la calle pasábamos las horas. Son mis amigos, por encima de todas las cosas".

Sonaba esa canción de Amaral el sábado por la noche y no pude evitar motivarme, emocionarme y cantarla con ellos, con mis AMIGOS. Llevábamos desde verano sin estar todos juntos y hasta verano no les volveré a ver. Es cierto que han sido solamente dos días, pero han sido muy intensos, que es lo verdaderamente importante. Aunque, sin duda, lo mejor de todo es sentir que nada ha cambiado entre nosotros a pesar del tiempo que llevábamos sin vernos.

Así que debería haber una palabra que significara más que increíble para definir todo esto, lo que nos une. Como si coges algo grande y lo elevas al infinito, de nuevo al infinito y le sumas uno. Y lo elevas al infinito otra vez. De modo que todo eso ocupe el universo, y a su vez haga que se extienda, por lo menos dos o tres veces más rápido que cuando lo hace a su ritmo habitual. Porque no para, no se está quieto, corre y crece como si de un niño con una dieta a base de "Petit Suisse" se tratase. Y el niño crece, se hace grande y fuerte, valiente, noble, sincero y tierno. Al igual que nuestra amistad. Que no le salen piernas, pero sí puede correr y volar llegando a lugares insospechados. No se cae, pero tiene heridas, muy poco frecuentes, pero las tiene.  Pero ahí llega nuestra agua oxigenada y le da aire para sobrevivir, liberarse y renovarse y a la vez agua para que fluya como siempre, de esa manera que parece que ningún océano es lo suficientemente grande para él. No crece, más bien madura, aprendiendo de nuestros defectos y nuestras virtudes, también de nuestros aciertos y nuestros pequeños fallos a la vez. Y es bueno, muy bueno, tan bueno que puede hacer feliz a varias personas al mismo tiempo.

La distancia la hacen las personas, no el espacio. Por muy lejos físicamente que puedas tener a alguien, puedes sentirle más cerca que a gran parte de las personas que te rodean. Así que no temo el separarnos de nuevo porque sé que cuando nos volvamos a juntar todo seguirá igual.  Y, de verdad, no hay sentimiento más emotivo que ese, el alejarte y darte cuenta de que no estás solo, de que siempre están ahí aunque no los veas y de que cuando nos rencontremos nada habrá cambiado.

Mi hogar son ellos, no los sitios.

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