martes, 5 de junio de 2012

I love you, Ireland.

Suele ocurrir que cuando mejor te lo estás pasando en un sitio, te toca decir adiós. Así me pasó a mí en Irlanda, donde fui llorando al principio y vine llorando al final. Y ahora puedo decir que estar de Erasmus es una experiencia increíble, pueden habértelo contado, puedes haber visto fotos u oído historias, pero no es suficiente... ¡Hace falta vivirlo!

Estar de Erasmus es como vivir en el País del Buen Rollo, donde cada día te levantas de la cama con un salto porque sabes que conocerás a alguien, visitarás un lugar o que aprenderás alguna palabra divertida en otro idioma; es como unas vacaciones permanentes, porque aunque tengas que estudiar y hacer trabajos, lo haces sabiendo que en tu país sería algo monótono y aburrido. Es como una aventura donde, en lugar de escalar montañas y descubrir tesoros, descubres a las personas, descubres costumbres y formas de ser, y ellos te descubren a ti. 

Y yo he descubierto un país pequeño que pasa muy desapercibido, pero que es increíble, único y... mágico. Sí, mágico, no puedo explicar el por qué exacto, pero Irlanda enamora. Es un sentimiento indescriptible y solamente puedes sentir eso si visitas este país y te impregnas de él, de su color verde por todas partes y de los irlandeses tan hospitalarios. 

Se ha acabado, pero sé que volveré muy pronto, así que, no es un adiós, sino un hasta pronto. 

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