viernes, 9 de marzo de 2012

I miss you.

La Real Academia Española define el echar de menos como advertir o notar la falta de alguien. Tal vez sí podamos decir en líneas generales que es eso, pero yo creo que esa definición se queda escasa. Además, a mi juicio, un diccionario (por muy elaborado que esté por entendidos de la lengua) no puede recoger el sentimiento que implica añorar a alguien, la nostalgia, melancolía, tristeza y soledad que conllevan. Y si hay alguien que puede sacar matrícula en conocer con exactitud el echar de menos soy yo, que camina conmigo de la mano. 

El echar de menos engloba tantas sensaciones:
- Añorar sus gestos, sus sonrisas, sus carcajadas, sus miradas cómplices que sin articular palabras lo dicen todo. 
- Desear escuchar sus voces, esas que te reconfortan cuando más lo necesitas, que dicen lo adecuado en cada momento, que te hacen reír o a veces duelen y te hacen llorar. 
- Recordar momentos vividos, ilusiones y sueños compartidos.
- Necesitar volver a ese entusiasmo, alegría, felicidad, satisfacción, bienestar en el que te encuentras cuando estás con él y con ellos.
- Darse cuenta de que, para mí, este mundo no es tan gris porque ellos lo pintan de colores. 
- Necesitar regalarles todo lo que pueda: amor, amistad, cariño, ternura, confianza, consuelo, diversión, locura.
- Anhelarle con toda mi alma, desear sentir sus brazos envolviéndome una vez más, esos mismos que me calman cuando lo necesito. Desear saborear sus cálidos besos, sus caricias, sus miradas, sus sonrisas, sus palabras, cada parte de él, a todo él, tanto lo bueno como lo malo. 
- Buscarles por todas partes, querer encontrarles por cada recoveco perdido de Irlanda, esperando que cuando menos me lo espere doblen una esquina y te los encuentres ahí. 

Sí, para mí, el echar de menos se ha metamorfoseado en cada uno de ellos. Y me está resultando imposible aprender a vivir con este sentimiento, pero sé que si este sentimiento existe es porque viven en mí muchos más, lazos que me unen a cada uno de ellos, lazos que no entienden de lejanías ni distancias, ni de espacio ni de tiempo, lazos que permanecerán siempre, esté donde esté. 

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