miércoles, 1 de febrero de 2012

Tenerte cerca ha sido el premio, el más grande que he llegado a alcanzar.

Querido Avi,

Han pasado unas semanas desde que nos dejaste y, por fin, me veo con fuerzas de escribirte. Sí, a ti, que siempre alababas con orgullo la forma en la que escribía cualquier redacción, recordando a todo el mundo como, siendo solamente una niña, escribí una carta perfectamente redactada a todos los vecinos de la comunidad de mi casa convocando una reunión. Aunque, hoy, no voy a escribir un Premio Nobel, ni mucho menos, simplemente te voy a dedicar unas palabras que me salen del corazón, permitiendo emocionarme.

Ahora que no estás es cuando aparecen con más intensidad esos momentos en los que cualquier persona, ante ti, se quitaría el sombrero si lo tuviera puesto y se inclinaría en señal de respeto si no fuese un gesto arcaico y algo que a ti no te gustaría que hicieran. Y sí, sé que tú sí que discutirías eso de grandeza, pero yo te enseñaría lo equivocado que estás, mostrándote cómo cualquier persona que te conoce solamente tiene buenas palabras para ti. Y, ¿cómo no tenerlas?

Tú, que nos enseñaste que no es suficiente que deseemos algo para que se cumpla, sino que además hay que trabajar y esforzarse para lograr las cosas. Nos enseñaste que uno mismo es el artífice de su propio futuro, puesto que al final uno obtiene siempre lo que merece por cada una de sus acciones. Tú que siempre fuiste un hombre noble, recto, nos inculcaste que siempre se debe hacer lo correcto, y que si alguien necesita ayuda y está a nuestro alcance proporcionársela, debemos hacerlo. Y es que no hay más que hacer la cuenta para ver a cuántas personas lograste ayudar, aunque solamente fuese con un consejo o desde el silencio.

Tú, que siempre estabas preocupado por cualquier persona, y no hay más que verlo en cómo te interesabas en mis estudios. Cuando empecé a estudiar derecho, siempre decías que iba a llegar a ser una gran fiscal, y cuando te dije que había decidido cambiar de carrera, temí mucho decepcionarte, pero, al contrario, me seguiste apoyando, dándome ideas para llevar a cabo con los niños, prestándome libros que tenías... Y no solamente en los estudios, podría hacer una gran lista de situaciones, pero no viene al caso.

Tú, reservado, honrado, agradecido, trabajador, cauto, educado, culto, generoso, humilde, tímido, serio, sincero, bondadoso. Es ahora cuando aplaudo y digo con orgullo: "Así de grande era mi abuelo Avi", porque lo pienso sinceramente y porque me alegro de haberte llegado a conocer y de haber sido testigo de todo aquello que te ha convertido en alguien especial y único. Y es el momento de emocionarse, porque me doy cuenta de que entre tanta desgracia y por feo que pueda parecernos todo, puedo sonreír por haberme dado cuenta de que tú, una persona tan sencilla, eres autor de una increíble nobleza que por no quedar contenida en los libros se olvidará cuando pasen muchos años, pero que habrá convertido la vida de todas aquellas personas que te pudieron conocer en una vida mejor y más agradable.

Así que, siento un enorme agradecimiento por haberte tenido en mi vida y haber tenido el enorme privilegio de ser nieta de un hombre como tú. Y ahora no estás, pero nunca dejarás de existir en nuestros corazones y, en un futuro, hablaré a mis hijos con orgullo de ti, para que sepan que su bisabuelo fue una de las personas más grandes que han habido.

Te quiere,

Cris. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario