No le dio tiempo a Cupido a tensar el arco,
no hizo falta disparar,
ya nos habíamos enamorado.
Tú de mi inseguridad
y yo de todo.
Me dijiste:
"Si no corremos pasará de largo todo esto,
y hoy tienes que poner a mi nombre
todos los besos que te quedan".
Me quedé helada,
agarraste mi mano
y condujiste mi coche hasta tu casa.
Hubo confeti en el ascensor.
Nos dimos tantos besos
que tuvimos que darle la vuelta a la piel
cuando no quedaba un centímetro intacto.
La ropa interior nos resultaba incómoda
como una armadura
y se fue...
Esa noche pasaron cosas
que no caben en ningún poema.
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